Catedral de Valladolid

La majestuosa Catedral de Valladolid, ubicada en el corazón de la ciudad, es testigo silente de siglos de historia y esplendor arquitectónico. Su construcción, aunque tumultuosa y marcada por proyectos inconclusos, ha dejado un legado imponente que atrae a visitantes de todo el mundo.

El origen de esta impresionante catedral se remonta a la época de la repoblación medieval, cuando el conde Pedro Ansúrez decidió erigir una iglesia en honor a Santa María, patrona de su feudo. Apoyado en la orden de los Cluniacenses, se construyó el primer edificio en estilo románico, pero la creciente importancia de la colegiata llevó a la edificación de una segunda iglesia entre 1219 y 1230. Aunque se desconoce si la torre románica original se conservó, el siglo XIV vio la adición de capillas funerarias que rodeaban el edificio.

La ambición de los miembros del Cabildo llevó a la concepción de un proyecto aún más grandioso: una tercera colegiala de proporciones monumentales. Con la participación de renombrados arquitectos como Juan y Rodrigo Gil de Hontañón, Diego de Riaño, Juan de Álava y Francisco de Colonia, se colocó la primera piedra en 1527. Sin embargo, por razones desconocidas, el proyecto quedó inconcluso.

Fue bajo la dirección de Juan de Herrera, discípulo de Herrera, que las obras de la catedral se reanudaron en 1589, aprovechando los elementos previamente construidos de la tercera colegiata. La iglesia fue elevada a la categoría de Catedral por el papa Clemente VIII en 1595, aunque la consagración del edificio como tal tuvo lugar mucho después, en 1668.

La construcción de la catedral no estuvo exenta de dificultades y desafíos. El propio Juan Herrera contempló la destrucción de la colegiata original en sus planes, que finalmente se llevó a cabo en el siglo XVII, dejando solo algunas dependencias que aún resultaban útiles. Estas dependencias, como la sala capitular, la biblioteca, el archivo y la sacristía, se han convertido en el hogar del Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid desde 1965. Aunque gran parte del edificio gótico se perdió, todavía se pueden apreciar elementos arquitectónicos como la Capilla de San Llorente y de Santo Tomás y la Puerta Norte.

A lo largo de los siglos XVII y XVIII, las obras de la catedral continuaron, aunque se desviaron de los planes originales de Herrera. Fue Alberto de Churriguera, en el siglo XVIII, quien completó el cuerpo alto de la fachada principal en un estilo barroco distintivo. Sin embargo, debido a la falta de recursos económicos, la construcción quedó muy por debajo de lo que se había proyectado inicialmente.

La catedral también ha sufrido percances a lo largo de su historia. En 1841, después de una fuerte tormenta, la torre de la nave del Evangelio se derrumbó debido a fallos de cimentación y los efectos del terremoto de Lisboa de 1755. La torre octogonal de la nave de la Epístola, que no sigue los planos de Juan de Herrera, se construyó entre 1880 y 1885 y fue coronada en 1923 por el Corazón de Jesús.

Hoy en día, la Catedral de Valladolid se presenta como una majestuosa obra de estilo herreriano con influencias barrocas. Sus tres naves, capillas laterales y ábsides impresionan a los visitantes, al igual que los gigantescos arcos de medio punto que se apoyan en sólidos pilares cuadrados. Aunque no cuenta con una gran cantidad de obras de arte en su interior, en el pasado albergó valiosas piezas, como una reja del Coro del famoso pintor El Greco, que actualmente se exhibe en el Metropolitan Museum de Nueva York.

La Catedral de Valladolid es mucho más que un edificio religioso. Es un testigo vivo de la historia de la ciudad y un ejemplo impresionante de la arquitectura herreriana. Su grandeza y su legado perduran en el tiempo, atrayendo a los amantes de la historia y la belleza arquitectónica a explorar sus muros y descubrir la grandeza que se encuentra en su interior. Una visita a la Catedral de Valladolid es una experiencia inolvidable que transporta a los visitantes a través de los siglos y les permite contemplar la grandeza de una obra maestra que trasciende el tiempo.