A principios del siglo XVI, la calle de la Platería, originalmente llamada de la Costanilla, se encontraba situada de manera similar al Ponte Vecchio en Florencia, cruzando uno de los afluentes del río Esgueva. Sin embargo, un incendio devastador en 1561, que duró cincuenta horas y comenzó el día de San Mateo, 21 de septiembre, arrasó gran parte del centro de Valladolid, incluyendo la plaza del Mercado y las calles comerciales, incluyendo la calle de la Platería.

En respuesta a esta tragedia, el arquitecto real de Felipe II, Francisco de Salamanca, propuso un ambicioso proyecto que marcó un hito en la urbanización tanto de España como de América. Su plan consistió en reconstruir la ciudad siguiendo un modelo de diseño inspirado en la arquitectura romana, siguiendo las pautas del tratadista Marco Vitruvio. Este proyecto incluyó la creación de plazas regulares con soportales, fachadas uniformes con balcones y una alineación de calles. Las construcciones nuevas respetaron las proporciones clásicas y se basaron en medidas como el ladrillo o el pie castellano (28 cm) para garantizar la uniformidad en planta y elevación de los edificios, plazas y calles.

La calle de la Platería es un excelente ejemplo de la perspectiva renacentista de finales del siglo XVI y representa un hito urbanístico de la época. A lo largo de su historia, esta calle experimentó inundaciones frecuentes debido al ramal norte del río Esgueva que solía pasar por allí, lo que también causó incendios y llevó a reformas en los siglos XVII y XX.

Una nota de importancia histórica es que en la calle de la Platería nació san Pedro Regalado, el patrono de la ciudad, en 1390. En 1881, se instalaron raíles para la primera línea del tranvía de Valladolid, que recorría esta calle, aunque más tarde se modificó el trazado antes de su electrificación en 1910. En el extremo de la calle de la Platería se encuentra la Iglesia Penitencial de Nuestra Señora de la Vera Cruz, construida en 1508, que ha sido ampliada y es conocida por albergar pasos de la Semana Santa vallisoletana, esculpidos por maestros barrocos como Gregorio Fernández y Andrés de Solanes.

A finales del siglo XX y principios del siglo XXI, la calle de la Platería sufrió una serie de reformas y trabajos de restauración debido a la necesidad de evitar derrumbes en varios edificios, algunos de los cuales todavía esperan ser reformados. La complejidad de la restauración se debió a la presencia de bóvedas del antiguo ramal norte del río Esgueva y la necesidad de tomar decisiones sobre su preservación o demolición. Estos proyectos de restauración y mejora continuaron durante varios años y, aunque en diciembre de 2008 se retiraron algunos andamios, las obras persistieron en varios inmuebles.

En diciembre de 2008, tras años de esfuerzo y perseverancia, la calle de la Platería finalmente comenzó a recobrar su antiguo esplendor. La retirada de gran parte de los andamios marcó un hito en el proceso de restauración de esta emblemática vía vallisoletana.

Hoy en día, la calle de la Platería es un testimonio vivo de la historia y la arquitectura de Valladolid. Su perspectiva renacentista del siglo XVI se mantiene intacta, recordándonos la visión de Francisco de Salamanca y su proyecto innovador. Mientras caminamos por sus adoquines y contemplamos las fachadas uniformes con balcones de hierro forjado, podemos apreciar la dedicación y el compromiso de generaciones pasadas que reconstruyeron esta calle tras el devastador incendio de 1561.

Los retos y desafíos de restaurar los edificios antiguos y mantener la esencia de la Platería no han sido en vano. Esta calle histórica continúa siendo un punto de encuentro para vallisoletanos y visitantes, un lugar donde se cruzan la historia, la arquitectura y la vida cotidiana. Cada paso que damos nos lleva más atrás en el tiempo, recordándonos la importancia de preservar nuestro patrimonio y celebrar la belleza del pasado en el presente.